Terapia de grupo
La terapia de grupo posibilita un lugar para el desarrollo personal dentro de un enfoque relacional, ofreciendo la oportunidad de explorar y resolver nuestros conflictos en un espacio – tiempo compartido. El trabajo de los grupos terapéuticos incentiva el autoconocimiento y la expresión de las emociones en un entorno de seguridad que promueve la autoexploración, el aprendizaje, el desarrollo de los recursos propios y la mejora de la capacidad de estar con los demás y poder aprender de ellos. La experiencia de expresarnos, de escuchar y sentirnos escuchados, de apoyar y recibir apoyo, nos ayuda a encarar nuestros conflictos desde diferentes ópticas, a descubrir nuevos recursos y, sobre todo, a darnos permiso para estar con otros sintiendo que somos nosotros mismos.
Mediante un trabajo de tipo emocional, cognitivo, corporal y comportamental, se abordan los procesos grupales e individuales para que los participantes puedan ir incorporando diferentes recursos con los que afrontar y resolver los conflictos que surgen de forma cotidiana en los ámbitos familiares, laborales y sociales de cada miembro del grupo. Así, en algunos momentos se puede trabajar sobre situaciones individuales y en otras ocasiones el trabajo se centrará en las dinámicas y movimientos que acontecen y que tienen que ver con las relaciones que se establecen entre los participantes. En general, los trabajos se encadenan y, tanto cada tema trabajado como el conjunto de los aspectos emergidos, hablan del grupo en su totalidad.
¿Porqué promovemos la terapia grupal en nuestro centro?
Porque no somos seres aislados, necesitamos a los demás y los demás nos necesitan, en la mirada del otro encontramos siempre un espejo.
La terapia grupal gestáltica trabaja con la problemática de las diferentes personas que conforman el grupo. El grupo facilita la identificación emocional con la experiencia de los demás y consigue la apertura al propio mundo interno. Las situaciones vividas por cada miembro del grupo tienen un eco en el resto de las personas, movilizando en cada una diferentes emociones y escenas de su propia vida. Cuando el trabajo de alguno de los integrantes es profundo y el clima emocional grupal lo permite, con frecuencia, a algún otro participante se le abre una vieja herida o accede a un nivel experiencial poco habitual. Lo que el protagonista experimenta, encara a los otros participantes con asuntos que les son propios, les reaviva un asunto conflictivo, les aporta un darse cuenta de algo no reconocido hasta el momento… Compartir, a modo de feed-back, de resonancias internas, qué le ha sucedido a uno cuando el otro trabaja, implica ya un cierto nivel de darse cuenta. Ponerse en relación con el protagonista implica una experiencia terapéutica, si uno puede hacerlo con la suficiente apertura como para enterarse de lo que el propio encuentro le suscita a él internamente. Al protagonista, el feed-back le resulta sanador, especialmente aquellos que expresan lo que evita y teme escuchar o recibir y aquellos que, por ser resonancias empáticas profundas o ser expresiones de amor genuino, le facilitan la suficiente apretura para saborear la experiencia.
El grupo es un excelente escenario para explorar los conflictos y dificultades relaciones y para explorar actitudes nuevas. Así que, en esta modalidad de terapia, el resto de participantes (además de facilitar la profundización en el trabajo por su presencia y a través del feed-back) pueden ser identificados por el terapeuta como un “otro cualquiera” o un “otro concreto” para la exploración experiencial de una situación cotidiana, de las actitudes y de las expresiones o emociones determinadas del protagonista frente a otro.
Participar en un grupo de terapia gestalt favorece el autoconocimiento, la toma de conciencia y la expresión de nuestros sentimientos, pensamientos y emociones. El grupo propicia el encuentro entre sus miembros, pudiendo compartir las dificultades personales o las necesidades relacionales. Proporciona un espacio tranquilo y seguro donde poder hablar de uno mismo y ampliar la visión sobre lo que está ocurriendo, tomando conciencia de cómo nos estamos relacionando con nosotros mismos y con los otros.
Con un enfoque holístico, a través de la música, la creatividad, la voz, el baile, la pintura… se trabaja a nivel corporal, mental y emocional, facilitando una comunicación abierta, honesta, responsable, y tomando conciencia con responsabilidad de las emociones que afloren.
La terapia grupal pretende que la persona se haga responsable de su vida, fomentando procesos creativos a la hora de responder a las diferentes situaciones cambiantes de nuestro día a día. La finalidad última es que cada persona sea capaz de apoyarse en sus propias capacidades y recursos desde una conciencia de sí mismo, logrando una vida más saludable, plena y feliz.